Cuando visualizas, estás entrenando a tu cerebro.

Prepárate mentalmente para visualizar escenarios.

 

Tus imágenes guían tu realidad, siempre lo han hecho y siempre lo harán.

El cerebro humano no distingue entre una experiencia imaginada y otra real. Ambas son igualmente reales para el cerebro. Las mismas áreas se iluminan en una experiencia imaginada y en la realidad. Por esa razón, las prácticas imaginadas positivas tienen un enorme potencial.

Necesitas cierto número de experiencias con éxito para crear una red integrada de neuronas que ejecuten una destreza a gran nivel y con consistencia.

Las imágenes positivas derivan en realidades positivas.

Usar prácticas imaginadas con un vídeo es un buen método para que el éxito ocurra.

Las prácticas imaginadas a menudo consisten en pensar en tus metas diarias, tus movimientos, tu plan de juego y tus expectativas en la competición.

Los jugadores en deportes de equipo imaginan sus movimientos ofensivos clave, rápidas transiciones o grandes movimientos defensivos y se recuerdan dónde tiene que estar su centro de atención para rendir al máximo durante el partido.

Justo antes de actuar visualiza las sensaciones, ritmo, potencia, una tensión relajada, movimientos… y céntrate en lo que tienes por delante.

La visualización también ayuda tras una mala actuación, para revisar lo que salió bien y extraer lecciones de lo que salió mal.

No se trata de salir a entrenar o a jugar sin más y decirte: Allá vamos, otro partido, otro entreno. ¡No! Se trata de marcar la diferencia en cada actuación.